“Es que esto ya no da dinero como daba”; “ya nadie viene por aquí porque no tiene dinero y puede prescindir de mis servicios”; “en los últimos dos meses me he tenido que bajar el sueldo casi 300 €”; “voy a tener que despedir gente porque no me cubre para pagar sueldos e impuestos”… Estas son frases que se escuchan por ahí desde que estalló la burbuja inmobiliaria de España, provocada por la crisis crediticia de EEUU.
Todo esto viene a que esta misma tarde he tenido que llevar el coche de mi mujer al taller. Os pongo en situación. Hace unas dos semanas se encendió una luz naranja e intermitente en el cuadro del citado vehículo.
Mi mujer, que se pone de los nervios con esos pequeños fallos, tras cuatro crisis de migraña y 18 nolotiles, decidió llevar el coche al taller. El Lunes pasado por la tarde, llevó el coche y volvió con el problema solucionado y 27 € menos en la cartera. No me pude callar:
YO: ¿Pero que coño fue lo que le hicieron al coche?
ELLA: Pues no se. Dijeron que era de dos bombillas que tenía fundidas.
¡¡¡MANDA HUEVOS!!! Oxea que le “sangraron” 27 € por cambiarle 2 bombillas de freno a un SEAT Ibiza. Dos bombillas como estas, que no lleva más de 10 minutos cambiarlas, ¿27 €? ¿Casi 5000 de las antiguas pesetas por dos bombillas? En el primer momento que me lo dijo fui benevolente y quise pensar que le habían cobrado mano de obra y que le habían pasado el test con la máquina y todo.
Pero hoy viernes, tras comer en casa de mis padres con la familia, cuando salíamos para regresar a casa, se encendió de nuevo la condenada lucecita. ¡¡CRISIS!!. La de ella porque no le gusta que el coche indique errores, y la mía de mala ostia. Por si las moscas, antes de salir para el taller decidí comprobar las luces del coche. Cual fue mi sorpresa cuando vi que sin pisar las luces de freno, estas permanecían encendidas.
Al llegar al taller, (Murphy siempre nos la juega) el fallo ya no parpadeaba. Esperé a ser atendido unos 15 minutos, tiempo durante el cual, el único que estaba trabajando era el chapista y un mecánico. El electricista, el contable, el otro mecánico, el encargado de taller, otro chapista y un pintor, una de dos, o tuve la mala suerte de llegar en la media hora de descanso o allí estaban todos rascándose los huevos a dos manos. El caso es que el chapista, al que tengo la suerte de conocer por otros motivos que no son laborales, vino a saludarme y se interesó en cual era el problema.
Me vio la cara. Es algo que no puedo remediar, si estoy cabreado, se me nota, no tengo que hacerle. Este amigo me echo un cable y llamó al electricista, el cual estaba de “cháchara” con la mujer de la limpieza. Este se giró a la tercera llamada, y eso que no hay más con su nombre en ese taller. Miro por encima del hombro y metiéndose las manos de nuevo en los bolsillos, caminó lentamente hacia donde nosotros estábamos. En cuanto el chapista le dijo que yo era el marido de la que había ido el Lunes con el Ibiza, se le notó el cambio a la defensiva en la cara.
YO: “Mira, veño porque volve a alumbrar a luz no salpicadero.”
EL: “Ai, pois eu o outro día deixeino solucionado, ¿eh?.”
YO: “Pois volveu dar fallo. ¿Ti o outro día metíchelle a máquina para ver de que era?
EL: “Noon, eu solamente lle cambiei dúas bombillas.”
Ni os imagináis la mala leche que me entró en ese momento. Porque lo que yo, siendo bueno y pecando de pardillo total, había pensado sobre que a lo mejor les había llevado un mogollón de tiempo, que le habían metido la máquina de diagnóstico o incluso algo mas, resultó ser un robo manifiesto. (ver nota 1 abajo)
En ese momento, haciendo gala de un autocontrol hasta hoy desconocido por mi, le dije que volvía a fallar, que lo mirase. Dada la rascada de barriga que se estaban pegando la mayoría, la cosa no podría tardar mucho.
Allá que llaman al mecánico más listo del mundo, el que no sabe pero tiene el libro en casa. Tras 5 minutos para mirar a qué se debía el fallo indicado en el cuadro de mandos, me dice que era el sensor del pedal de freno el que estaba fallando. Va hacia un cajón, coge uno nuevo y en menos de 3 minutos me lo cambia y compruebo que va perfectamente.
Me toman más datos que para darme de alta en el padrón municipal y paso por caja. ¿Dónde se ha visto que un taller en los tiempos que corren no tenga medios para cobrar con tarjeta bancaria? Pues si amigos, si, es penoso pero cierto, solo en efectivo. Me acerco a la ventanilla y me dice el tipo:
EL: “Son vintiocho” - exhala.
YO: (de muy mala ostia, pero muy contenida) “¿Me puedes hacer un desglose de los gastos?”
EL: “Te hago una factura, aunque, ahora no te cobré el IVA…
YO: “Bueno, pues ¿me puedes decir en que se han gastado los 28 €?
EL: “Un interruptor de luces de freno” (ver nota 2 abajo)
YO: “Ah, vale” – no me podía con ellas el genio.
Pagué y me fui acordándome de la madre que parió a todos los grandísimos hijos de puta que nos estafan y engañan cada día, sin piedad alguna, sin pensar que todo eso se les puede volver en contra en algún momento, y deseando que eso ocurra, sobre todo a los que allí mandan. Qué impotencia sentí. Lo que es por mi, a lo único que pienso llevarlo es a arreglar algún golpe de chapa, por mi amistad con el chapista, pero para el resto, lo intentaré yo en casa, que para leer diagnósticos en un ordenador y cambiar piezas no hace falta tener una carrera de ingeniero.
Considero que la mejor publicidad que existe es el boca a boca, y yo, personalmente no pienso recomendar a nadie que lleve su coche a reparar a ese taller.
Lo siento, pero como cliente, hoy me he sentido estafado. Y a nadie le gusta que le engañen.
Ahí queda eso. Y al que no le guste que me lo haga saber.Solo os pido que tras leer las notas, penséis en lo que, según vosotros, me cobraron de más en el taller.
Nada más, gracias.
NOTA 1: En www.oscaro.es busqué esta misma tarde, durante esos 15 minutos que me tuvieron esperando, las bombillas del coche, y resulta que, con IVA (21%) y gastos de envío incluidos, esto es lo que salía sobre las más caras:
NOTA 2: En www.oscaro.es también busqué el interruptor , y resulta que, con IVA (21%) y gastos de envío incluidos, esto es lo que salía sobre el más caro:
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